Un día se levantaron todos, porque eran muchos. Rostros oscuros sin párpados ni órbitas, pero con una llama roja, viva, en el interior de su cráneo. Con manos sin huellas, marchando en fila por los caminos. El suelo retumbaba clamando justicia. Porque era justicia lo que buscaban y los otros lo sabían. No había nada que hacer, ni los más gruesos muros, ni las más altas torres podrían salvarlos.
Depende para quien ;)
ResponderEliminar