Un día me desaparecieron,
entre gritos y golpes aullando.
Un día se me llevaron,
entre tráfico y gente mirando.
Un día, un día,
un día como otros tantos
me sacaron a fuerza de mi vida,
de mi mundo me apartaron.
Con cruel vehemencia,
de mi ser se apoderaron.
Y como a una fiera de circo,
mi identidad anularon.
Y ahora me encuentro aquí,
entre muchos otros, azorado,
en el purgatorio de los sin rostro,
de los que seremos olvidados.
Pasado el tiempo, pasado el tiempo,
su grito irán aplacando,
y nosotros permaneceremos
en el pabellón de los desarraigados.
martes, 9 de diciembre de 2014
lunes, 8 de diciembre de 2014
El fin
No lo oyó llegar. Estaba ensimismada
mirando el cielo nocturno con sus dos lunas enormes, una rosa
pálido, la otra verde azulada.
- ¿Por qué sigues mirándolas? Ellas
no te van a salvar, lo sabes, ¿no?
Lo sabía, claro que lo sabía, pero
qué importaba y por qué seguía molestándola, ¿lo haría hasta el
final? Ella sólo quería estar tranquila, esperando.
Dos montañas de agua surgieron del
mar, sus cimas de espuma se alargaron, convirtiéndose en tornados
líquidos. Se alzaron hacia las lunas, como queriéndolas alcanzar.
No, claro que ellas no la
salvarían...pero ofrecían un espectáculo tan desgarradoramente
bello.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)