Vota mi blog


Dame tu voto en HispaBloggers!

jueves, 27 de octubre de 2016

Al otro lado (Inicio)


I
Pienso, existo, pienso, hago, soy, creo, invento, imagino, pienso...

Todo está inmóvil a mi alrededor, las partículas de polvo se encuentran suspendidas en el espacio. Las expresiones de la gente han quedado paralizadas en un crisol de gestos que sólo ahora puedo apreciar. La luz se refleja en los objetos con una opacidad pegajosa y el oxígeno se ha vuelto tan denso que casi se puede masticar. Muevo una mano y dibujo en el aire una estela de luz; pinto espirales y me quedo un rato embobada, viendo como van disipándose poco a poco desde su extremo.

Las extrañas luces siguen allí, en lo alto del cielo, también ellas paralizadas, pero puedo sentir una ligera vibración que llega hasta mis oídos y una extraña fuerza que hace erizar mis cabellos. Mi mundo se está desmoronando y tengo el cerebro a punto de estallar. La visión se me nubla y me cuesta respirar. Debo arrodillarme para no perder el equilibrio y golpearme contra el suelo. La vibración se hace más intensa, al mismo tiempo que la luz. Luz y sonido se hacen insoportables. Sigo arrodillada, tapándome los oídos y con los párpados fuertemente cerrados pero, aún así, es insoportable. Siento una fuerza en lo alto que me aplasta contra el suelo y que me obliga a tumbarme, mis pulmones se vacían de aire y sé que es el final...

Pienso, existo, pienso, hago, soy, creo, invento, imagino, pienso...

II
Entreabro los ojos y un blanco brillante se cuela por el umbral de mis párpados. No sé si estoy de pie o tumbada, no siento peso, ni presión, ni frío ni calor; no tengo hambre ni sed, ni dolor... ¿dónde estaré? ¿Será esto el paraíso? Seguro que no es el infierno, no me sentiría tan bien...¡qué paz! Podría seguir así toda la eternidad. Abro los ojos por completo y sólo puedo distinguir un intenso blanco; siento mi cuerpo pero no puedo verlo. Agito la mano delante de mi cara pero no consigo percibir ninguna imagen. Una sensación incómoda me invade y todo se vuelve oscuro. La vibración reaparece y el pánico se adueña de mí. Peso, presión, frío y dolor trepan repentinamente desde los pies a la cabeza, aguijoneando cada célula de mi cuerpo. A lo lejos una puerta se abre mostrando su silueta trapezoidal. La luz comienza a arañar la superficie de la estancia donde me encuentro hasta alcanzarme. Puedo ver la punta de mis dedos arqueados por la tensión.

III
El mundo siempre me había parecido extraño, como si yo no llegara a formar parte de él completamente; una pieza de un gran mecanismo que ha sido forzada para que encajase y que, se sabe, antes o después va a ceder, causando el colapso de la maquinaria. ¿Por qué estamos en ese planeta?, ¿con qué fin? A veces me parecía que los humanos éramos la más extraña forma de vida en la faz de la Tierra. Me quedaba parada en mitad de la acera y veía pasar a la gente: unos acelerados y con cara de pocos amigos, otros, la minoría, más lentos y con expresiones de paz en su rostro; gente que iba hacia su trabajo, otros a su casa, algunos a una cita importante, a la compra, a la escuela... todos iban a algún lado, pero...¿hacia dónde?, ¿qué sentido tenía todo aquello? Los miraba y unos cuantos me miraban molestos, otros, sorprendidos; la mayoría no se daba cuenta de mi estática presencia. Después, alzaba el rostro hacia el cielo y lo veía ahí, celeste, grisáceo, encapotado, daba igual el color que presentase, para mí era un fiel aliado, un compañero, mi salvación, tomaba una gran bocanada de aire, como intentando atraer su esencia hacia mi ser y me volvía a sumergir en la violenta marea de individuos.